Expertos consultados por El Observador discuten sobre dónde deben estar las prioridades
El equipo económico enfrenta un dilema a la hora de concentrar sus esfuerzos: las políticas que conducen a reducir la inflación pueden incrementar el déficit fiscal y los intentos de reducir el rojo de las cuentas públicas pueden presionar al alza la inflación. En este escenario, no hay un consenso sobre cuál debería ser la prioridad para el gobierno, y cuáles deberían ser los instrumentos a los que apele. Incluso el diagnóstico tiene visiones encontradas. La magnitud de los problemas macroeconómica es vista por algunos expertos como preocupante mientras que otros hablan todavía de márgenes de maniobra para las autoridades.
Usando como ejemplo un tema que está sobre la mesa en estos días, el precio de la nafta no bajó a fines de 2014 pese a tener espacio para hacerlo –los precios del crudo a nivel global han bajado mucho más de lo que bajó el combustible, incluso vistos en moneda local-. Esto sucede porque el gobierno decidió “hacer caja” con un margen mayor en lugar de bajar los precios al público. En ese episodio, el gobierno se volcó por reducir el déficit en detrimento de la moderación inflacionaria.
Pero por otro lado, en la política monetaria, se da lo contrario: buscando evitar que se inunde el mercado de pesos e intentando que el dólar no suba –lo que causa presiones inflacionarias–, el gobierno decide quitar más pesos del mercado pagando tasas altas, o sea, gastando más dinero, priorizando entonces inflación ante déficit fiscal.
Este juego afecta otros factores de importancia para una economía, como la liquidez en pesos y la competitividad, dinamizadores de una economía que está enlenteciéndose. Un dólar más bajo hace a un país menos competitivo, al igual que las tarifas altas del combustible y la electricidad.
Entre los analistas privados no existe un consenso sobre la variable a atacar y la forma de hacerlo, como tampoco es clara la prioridad del gobierno. Vázquez prometió tras asumir que llevaría en 18 meses la inflación a 5% y Astori enfatiza en cada discurso la austeridad en el gasto con que se manejará esta administración. De acuerdo a la mayoría de los analistas consultados, una política seria que ataca una variable, sacrifica inevitablemente a la otra.
Usando como ejemplo un tema que está sobre la mesa en estos días, el precio de la nafta no bajó a fines de 2014 pese a tener espacio para hacerlo –los precios del crudo a nivel global han bajado mucho más de lo que bajó el combustible, incluso vistos en moneda local-. Esto sucede porque el gobierno decidió “hacer caja” con un margen mayor en lugar de bajar los precios al público. En ese episodio, el gobierno se volcó por reducir el déficit en detrimento de la moderación inflacionaria.
Pero por otro lado, en la política monetaria, se da lo contrario: buscando evitar que se inunde el mercado de pesos e intentando que el dólar no suba –lo que causa presiones inflacionarias–, el gobierno decide quitar más pesos del mercado pagando tasas altas, o sea, gastando más dinero, priorizando entonces inflación ante déficit fiscal.
Este juego afecta otros factores de importancia para una economía, como la liquidez en pesos y la competitividad, dinamizadores de una economía que está enlenteciéndose. Un dólar más bajo hace a un país menos competitivo, al igual que las tarifas altas del combustible y la electricidad.
Entre los analistas privados no existe un consenso sobre la variable a atacar y la forma de hacerlo, como tampoco es clara la prioridad del gobierno. Vázquez prometió tras asumir que llevaría en 18 meses la inflación a 5% y Astori enfatiza en cada discurso la austeridad en el gasto con que se manejará esta administración. De acuerdo a la mayoría de los analistas consultados, una política seria que ataca una variable, sacrifica inevitablemente a la otra.
Más control fiscal, pero con espacioPara Francisco Parescchi del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), la inflación, “más allá del discurso”, no está exigiendo tanto al gobierno. El economista entiende que aquellas medidas que puedan tomarse para paliar la variable afectarán negativamente al resultado fiscal y sus efectos sobre el índice de precios serán magros. Por otra parte, considera que el déficit fiscal no es tan preocupante como algunos analistas lo muestran e incluso hay espacio para que el gasto se expanda –a un ritmo más moderado– sin que genere problemas de sostenibilidad de deuda.
“El resultado fiscal como número, no tiene demasiado valor. Importará que se realice un análisis profundo de qué se espera de la coyuntura durante los próximos años y a partir de eso van a estar las decisiones que hay que realizar respecto al gasto para tener una trayectoria sostenible de deuda”, señaló Parescchi y agregó: “En términos de presupuesto nosotros no decimos que haya que hacer corrección fiscal; simplemente que hay que ser cuidadosos”, para que no se genere una “dinámica explosiva de la deuda”.
Por otra parte, evaluando medidas presupuestales que puedan afectar de forma positiva el déficit, el economista señaló que en términos salariales hay poco para hacer porque hasta mediados de 2016 no hay mucho margen de maniobra, ya que son pocos los convenios que vencen. “No creemos que haya una alarma. Habrá que analizar y ver cuáles son las posibilidades reales de la economía”, dijo Perescchi, que señaló sobre el plan quinquenal y el Presupuesto, que el riesgo de que generen problemas de deuda es a mediano y largo plazo. Finalmente explicó que si bien hay espacio para que el gasto real aumente, probablemente tenga que ser menor a años anteriores respondiendo a que las capacidades de la economía son algo menores a las que se estipulaban en el pasado.
Por otra parte, evaluando medidas presupuestales que puedan afectar de forma positiva el déficit, el economista señaló que en términos salariales hay poco para hacer porque hasta mediados de 2016 no hay mucho margen de maniobra, ya que son pocos los convenios que vencen. “No creemos que haya una alarma. Habrá que analizar y ver cuáles son las posibilidades reales de la economía”, dijo Perescchi, que señaló sobre el plan quinquenal y el Presupuesto, que el riesgo de que generen problemas de deuda es a mediano y largo plazo. Finalmente explicó que si bien hay espacio para que el gasto real aumente, probablemente tenga que ser menor a años anteriores respondiendo a que las capacidades de la economía son algo menores a las que se estipulaban en el pasado.
Ataque al déficit fiscalEl economista Alfonso Capurro de CPA Ferrere dejó claro en más de una presentación y en conversación con El Observador que entiende que el gobierno va a inclinarse por mejorar el déficit fiscal. Señala que el esfuerzo va a estar concentrado en esta variable porque las autoridades van a tener que conseguir espacio para financiar todas las propuestas programáticas de la administración que asumió en marzo.
“Por esto en definitiva si bien entendemos que los anuncios de bajar la inflación al 5% son más que positivos, porque es la primera vez en los últimos 10 años que aparece como un objetivo importante para la política económica, pensamos que es poco probable que lo vayan a lograr en el corto plazo”, señaló Capurro.
Capurro dijo que la baja del déficit fiscal debe ser del equivalente a entre 0,8% a 1% del PIB, y que se tiene que pronunciar la política de acuerdo a las prioridades que tenga el gobierno. “Yo puedo decir, ‘cortá parejo en todos los gastos, que vas a llegar al 0,8%’, pero obviamente desde el punto de vista político, desde el punto de vista de objetivos económicos, puede haber una prioridad genuina por algún punto”, finalizó el economista de CPA Ferrere.
Capurro dijo que la baja del déficit fiscal debe ser del equivalente a entre 0,8% a 1% del PIB, y que se tiene que pronunciar la política de acuerdo a las prioridades que tenga el gobierno. “Yo puedo decir, ‘cortá parejo en todos los gastos, que vas a llegar al 0,8%’, pero obviamente desde el punto de vista político, desde el punto de vista de objetivos económicos, puede haber una prioridad genuina por algún punto”, finalizó el economista de CPA Ferrere.
La inflación, el indicador clavePara Ignacio Munyo, director del Centro de Economía del IEEM (Universidad de Montevideo), la inflación debe ser la prioridad del gobierno. El especialista realizó un estudio valorando lo que las calificadoras de deuda ponderan con mayor atención y concluyó que la inflación está encima en la lista. Pero además sostuvo que el actual nivel de déficit fiscal, siempre y cuando no siga creciendo, es sostenible.
“Se puede bajar levemente el déficit fiscal, pero no es necesario hacer un ajuste de más de un punto del PIB. Se puede postergar dado que la tasa de interés va a seguir siendo baja y Uruguay tiene buen acceso al financiamiento. Dado eso, si tengo que elegir, prefiero sacrificar déficit para dar una señal fuerte colocando la inflación dentro del rango. Porque la inflación –hay que entender y que quede bien claro– es el indicador resumen más importante de la macroeconomía, porque para que se coloque en el entorno del 5% tiene que haber una alineación perfecta de todas las políticas”, aseguró Munyo.
En cuanto a las políticas que deben implementarse para lograr esta “tarea titánica” de que en 18 meses la inflación sea de 5%, tal como prometió el presidente Tabaré Vázquez, Munyo explicó que debería trazarse una meta intermedia de 7%. “Podría implementarse una fuerte rebaja de los combustibles y hacer una rebaja importante de la tarifa de UTE para que los precios administrados ayuden a que la inflación se meta en el rango meta”, de entre 3% y 7%. “Recién ahí se puede empezar a discutir una desindexación y soñar con poder llegar al 5% en 18 meses, que sería un golazo”, explicó el economista. Explicó que el efecto de las bajas es doblemente positivo porque se mejora la competitividad del país, logrando que los costos de los exportadores sean más baratos.
En cuanto a las políticas que deben implementarse para lograr esta “tarea titánica” de que en 18 meses la inflación sea de 5%, tal como prometió el presidente Tabaré Vázquez, Munyo explicó que debería trazarse una meta intermedia de 7%. “Podría implementarse una fuerte rebaja de los combustibles y hacer una rebaja importante de la tarifa de UTE para que los precios administrados ayuden a que la inflación se meta en el rango meta”, de entre 3% y 7%. “Recién ahí se puede empezar a discutir una desindexación y soñar con poder llegar al 5% en 18 meses, que sería un golazo”, explicó el economista. Explicó que el efecto de las bajas es doblemente positivo porque se mejora la competitividad del país, logrando que los costos de los exportadores sean más baratos.
La prioridad es la competitividadLa economista Tamara Schandy de Deloitte consideró que “hay otros ingredientes en el balanceo” y que en última instancia el plano más importante hoy en día es el de la competitividad en precios.
Esa variable entra también en el dilema de política y choca contra la reducción del déficit y la inflación.Un aumento de tarifas, si bien mejora el resultado fiscal del gobierno, afecta negativamente la competitividad. En tanto, una baja del dólar –o una suba menos pronunciada que en el resto de los socios comerciales del país–, si bien reduce las presiones inflacionarias, afecta negativamente la capacidad de colocar bienes y servicios en el exterior.
“Nos parece que dentro de lo que está en juego este año es clave que resulte una Ley de Presupuesto con una moderación del gasto y que resulten lineamientos de Consejos de Salarios con aumentos bastante más moderados del salario real. Estas dos cosas parece que están en la agenda del nuevo gobierno, hay que ver que se materialicen en los debidos procesos”, señaló la economista de Deloitte. Eso determina las prioridades a nivel de política en el corto plazo. “En eso se juega bastante el partido de los años que vienen”, sentenció.
“Nos parece que dentro de lo que está en juego este año es clave que resulte una Ley de Presupuesto con una moderación del gasto y que resulten lineamientos de Consejos de Salarios con aumentos bastante más moderados del salario real. Estas dos cosas parece que están en la agenda del nuevo gobierno, hay que ver que se materialicen en los debidos procesos”, señaló la economista de Deloitte. Eso determina las prioridades a nivel de política en el corto plazo. “En eso se juega bastante el partido de los años que vienen”, sentenció.
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